Un día sentí una pequeña bolita debajo del pezón. No lo olvidaré, porque estaba en Margarita disfrutando de unas ricas vacaciones, relajada entre playas y chinchorros. Mi primera reacción fue pensar que me había equivocado, que esa bolita era parte del pezón y que era normal. Dos o tres días después la volví a palpar, y visto que debía haberme la mamografía anual me dije -Bueno, iré a chequearme. Pero no se lo dije a nadie, ni me preocupé por ello el resto de las vacaciones.
Esto que cuento ocurrió en agoto del 2010. Por suerte, me he tomado con mucha seriedad desde los 35 años el control anual, así que al llegar a Caracas pedí mi cita y me hice el examen de rutina. Días más tarde me estaban punzando con una inyectadora para hacer una biopsia, y luego de unas semanas tenía el sobre en mi mano con los resultados: no era cáncer... -¡Qué suerte!- Feliz, guardé el sobre en mi cartera, respiré hondo y subí a toda marcha por las escaleras, escapando de la clinica.
¿Se equivocaron en aquella primera biopsia? ¿o en ese momento el tumor era benigno? Nunca lo sabré. Dos o tres meses después sentí que el tumor había crecido un poco, y que había otro pequeño más abajo. No estaba preocupada, no me dolía nada, aún no habían pasado los seis meses para la próxima mamografía de control, pero sin alarmas, una voz en mi interior me dijo sabiamente: -Vuelve al médico- ¿Será una idea mia? ¿llamo al médico? ¿le digo que me parece que siento otro bultito más abajo?... ¿o mejor me olvido?
Con estos pensamientos, en enero del 2011 llamé a mi ginecólogo y él a su vez me remitió a un mastólogo. Así es que a finales de enero del 2011 visité por primera vez el consultorio de Juan Carlos Pozo. Nunca se me pasó por la mente que aquellos bultitos fueran un cáncer: un 70 por ciento de los que parecen algo malo, no lo son y yo estaba en ese 70 por ciento, ¡era seguro!. Ya tenía una biopsia en mi bolsillo para tranquilizarme. Pero gracias a Dios, hice todo "correctamente", no escuché las voces de mi mente que querían que echara tierra al asunto y no siguiera explorando... y descubrí mi cáncer muy a tiempo, cuando aún ambos tumores no habían crecido más de 1 cm.
Por eso el 31 de diciembre del 2011 yo le di gracias a la vida, porque ese año había sido el año de mi suerte. La mejor de las suertes. Es el mismo año en el que descubrí mi cáncer, me operaron tres veces, perdí un seno y en el trabajo sufrí una especie de letargo... pero ese fue el mejor año de mi vida: ese año me salvé... Ir al médico hizo la diferencia.
Lo que quiero es llamar a esta reflexión: tuve suerte, pero fue gracias a que "seguí los pasos" y escuché la voz de mi intuición, sin titubeos. Pedí las citas médicas sin postergar. Tomé cartas en el asunto. No perdí más de una semana o dos, y fue por arreglar los papeles del seguro. Ojalá este blog llegue a los rincones donde debe llegar, ojalá su voz se extienda de la mano de mis conocidos y vaya lejos, allá donde alguien, una mujer que no conozco, duda porque ha sentido algo en su seno o tiene pereza o temor de hacerse una mamografía anual.
Mi abuela murió de cáncer de seno porque se tocó ese bulto por meses, en silencio, bajo la ducha, en el cuarto, en la cama bajo las sábanas, y siempre lo hizo en silencio, callada. Solo le dijo a la familia cuando el bulto había crecido tanto que ya la piel tenía otro color y otra forma... Y fue demasiado tarde para ella. Como mi abuela, muchas mujeres, de edades muy diversas, han acudido demasiado tarde porque en vez de escuchar sus corazones, han escuchado la voz de su miedo.
Cuando estamos asustados, la mente puede llevarnos a pensar muchas cosas, de manera tan lógica, que nos convence de un hecho a leguas obvio para otros, y así, terminamos postergando el examen que nos dará los resultados. La mente llega antes y dice que todo está bien, o "echa tierrita" al asunto, o posterga, o resta importancia. Es tan simple y tan complejo a la vez dejar a un lado los pensamientos y sin más reveses, actuar... que por alguna razón las campañas contra el cáncer de seno deben gastar fortunas en algo que debería ser obvio: hacerse una mamografía anual...
Por suerte, existe internet, me gustan los diarios y no me llevo tan mal con la tecnología, así que la idea de hacer este blog surgió a raíz de la relectura de los textos que escribí durante ese año que cambió mi vida... Y gracias a que he perdido el pudor, me atreví a publicarlo. Como resultado, una amiga leyó una de sus páginas, y se percató de su descuido: nunca se había hecho una mamografía. Pidió una cita, y encontraron un tumor del que aún espera el resultado de la biopsia. Dios quiera que no sea nada, y que no pase de un susto, pero gracia a ella me di cuenta de la efectividad de estas páginas semanales. Nunca pensé que en pocos días, apenas lanzarlo a la red, mi blog sería leído 1500 veces en tan poco tiempo. Pero aspiro a más: no se trata simplemente de leerlo. Se trata de salvar vidas, y que otras mujeres puedan cerrar su año pensando que tuvieron SUERTE. La capacidad de replicar los milagros a través de internet es maravillosa, y vale mucho más la voz de una experiencia -una pequeña, una simple de tocarse un bultito- que todo el dinero del mundo gastado en publicidad.
No es lo mismo descubrir que tienes cáncer y el tumor mide 1 cm que esperar con la duda a que eso crezca, o descubrirlo demasiado tarde. Así que hagamos nuestras las redes sociales para hacernos eco de una campaña: PREVENIR PUEDE HACER LA DIFERENCIA. No dudes en compartir esta página. Puede ayudar a muchas.