Únicamente me calmé cuando -siempre en mi imaginación- corté mi cabello antes de perderlo y tejí con mis propias manos una bella peluca de mi propio pelo. Esa imagen (la de mi pelo tejido con paciencia sobre una redecilla elástica) fue el agua que calmó la sed de esos días. Finalmente nunca ocurrió lo imaginado -por suerte no necesité quimio, ni radio y por consiguiente, nunca perdí mi cabellera- pero esa experiencia me hizo entender que el cabello que nos cubre, nos cubre como un manto y nos protege de la mirada exterior. Así que, desde entonces, rindo homenaje silencioso a todas las mujeres que, por razones parecidas, andan con sus pañuelos, sus pelucas o sus cabezas calvas, haciendo de la vida cotidiana una bella bandera.
Y aquí va mi post, que como verán, está dedicado a mis dos hijos...
LO PEOR QUE PODRÍA PASARME…
Esta mañana al salir de casa, preocupada pensando en la
quimio y sus atrocidades me vino a la
mente la herramienta que me brinda Magdalena mi psicóloga, de hacerse la
pregunta frente a un problema: "¿qué es lo peor que te puede pasar?"
-Bueno, me dije muy
risueña: "lo peor que me puede pasar es que me hagan quimio" y de
pronto me cayó la locha por tercera o cuarta vez en pocos días... "-No, lo
peor que te puede pasar es morirte, pendeja-" gritó una voz en mi interior. Luego en el carro, manejando, pensé, (llegando a sus últimas consecuencias en este ejercicio macabro y
tremendo) que lo peor que podía pasarme además de morirme era perderme de ver a
mis hijos crecer y hacerse grandes. -Oh, sí, esto es verdaderamente lo peor- me
dije con lágrimas en los ojos, mientras me sorbía los mocos.
Estos días, mis dos pequeños de 5 y 7 años brincan y saltan felices a mi alrededor, y yo los veo entre ajena y conmovida, y cada abrazo o beso tiene una doble connotación. Mis pichurrines que me enseñaron la expansión total del amor, la incondicionalidad perfecta de la maternidad, el derroche de paciencia y humor y amor y ternura infinita en la que una se convierte. Un antes y un después. Me recuerdo serena y mamá añosa, pasando la etapa de teteros, pañales y tetas con el sudor de mi frente y 42 años maduritos y enteros.
Estos días, mis dos pequeños de 5 y 7 años brincan y saltan felices a mi alrededor, y yo los veo entre ajena y conmovida, y cada abrazo o beso tiene una doble connotación. Mis pichurrines que me enseñaron la expansión total del amor, la incondicionalidad perfecta de la maternidad, el derroche de paciencia y humor y amor y ternura infinita en la que una se convierte. Un antes y un después. Me recuerdo serena y mamá añosa, pasando la etapa de teteros, pañales y tetas con el sudor de mi frente y 42 años maduritos y enteros.
Si, lo peor que puede pasarme es morirme y que no participe
en el pequeño y gran acontecimiento de sus vidas. Así que bajo esta nueva
perspectiva, la idea de la radio o la quimio y el temor que me causan, pasan
a un segundo o un tercer plano bien justificado. Que se me caiga el cabello. Ya me he
visualizado pelona frente al espejo. Que me quede la cabeza como nalga de bebé. Ya inventaré pañuelos, pelucas o mostraré mi cabeza calva si me atrevo, pues como he podido constatar, lo imaginado nunca es tan terrible como se imaginó...
Aleluya!
ResponderEliminarHola, Sonia! Bueno, amiga hes estado leyendo lo que has estado escribiendo acerca de ese percance que tiene, y también me incluyo, preocupado. Carajo, qué vaina. Recuerdo una mañana haberte visto por la Fco. de Miranda en Chacao, creo que venías del Parque del Este.De ello hará como 6 ó 7 años. Te confieso que superarás ese problema que te agobia y verás crecer a tus hijos con tranquilidad. De verdad que sí estimada amiga. Un gran abrazo. Raimundo.
EliminarGracias Sonia porque tu terapia te cuestiona y nos cuestiona. Pensar en la muerte no es facil, posiblemente a ninguna edad... pero cuando ya entregaste cuentas y no tienes que velar por nadie, es mas fácil decir Amen... Espero que las luces no cesen de prenderse, que sigas caminando con tus hijos creciendo guindados de tí y que algún día, viejita, disfrutes de todos tus viejos pesares releyendo tus inquietudes. Todos te queremos. Amén.
ResponderEliminarGracias por sus comentarios. Sobre la enfermedad, siento que ya todo pasó y que estoy curada. Aunque cada vez que me toca hacerme los exámenes y todo el ritual médico, me asusto un poco. Sobre la cuestión de la muerte y su incertidumbre, en esos días le pregunté a mi psicóloga cómo se puede uno morir feliz, en paz, pleno... y ella me respondió algo muy hermoso. Me dijo, que por propia experiencia (pues había asistido a unas cuantas personas en ese proceso de aceptación de la muerte) los que habían vivido de alguna manera "sin restarse nada", con intensidad y con sinceridad, aceptaban el momento de la muerte con más plenitud. Espero estar en ese grupo (aunque por supuesto, ¡no todavía!). Amén...
ResponderEliminarNury Delgado (en Facebook): Hola Sonia! me hiciste llorar. Una vez hice un ejercicio de partida de este planeta y llore, llore mucho, cuando me preguntaba el porque lloraba, era exactamente por eso que cuentas, dejar a mis niños! por ellos todo amiga, por ellos uno respira profundo, y aguanta algo de dolor sea cual sea su presentacion. Te abrazo Sonia
ResponderEliminarValentin Fernández-Tubau (en Facebook): El texto llega, Sonia. Como todo lo comunicado con el corazón. No sabía nada y quiero darte la enhorabuena por tu madurez, por tu valentía y por compartirlo.
ResponderEliminarmis hijos de ahora 2 y 4 años fueron mi luz y energía q iluminó mi camino cuándo tuve cáncer, ahora estoy bien y mi pelito volvió a crecer de a poco, tu belleza brillará por tus ojos y tu ser nuevo reflejará lo linda q eres y lo mejor de ti.
ResponderEliminarYo ahora hago turbantes para quienes lo necesiten como yo, puedes visitarmi face y compartir esta experiencia conmigo y con quienes viven con esto.
Besos a todas
Daniela
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