En poco más de un mes y medio, entre abril y mayo del 2011, pasé tres veces por el quirófano. Primero para la biopsia, luego para sacar y examinar los ganglios centinelas y por último, para la mastectomía. He aquí lo que escribí entonces...
LOS CENTINELAS
Fui a la operación del ganglio centinela entre humilde,
tranquila y resignada. Me acosté en mi camilla, puse mi brazo, saludé con
cariño a las enfermeras, incluso tuve la entereza de dar algún consejo
maternal… esperé a que la anestesia se hiciera cargo de mí, sonreída, mansa, entregada.
Todo terminó muy rápidamente, y otra vez estaba con los ojos abiertos, viendo
la hora, preguntando qué tal habían salido los ganglios en el primer exámen. El
doctor me dijo que todo bien, que los ganglios eran tres y que habían salido
negativos. Me duele aquí bajo la axila, pero nada extremo. Llego a casa,
cansada y hambrienta, me acuesto, espero. Pasan los días y el dolor en el
músculo del hombro se hace casi insoportable, por alguna razón subo el hombro
para no rozar la axila, y este gesto que hago sin pensar, al pasar los días, me
ha causado una tensión enorme en el cuello, en el hombro, en el brazo, a tal
punto que me duelen hasta las puntas de los dedos. Esto me lleva a sentirme muy
mal, a perder la paciencia –toda aquella que puse y extendí como mermelada
sobre un pan cuando me acosté en la mesa de operaciones- y estoy baja de humor,
cansada, y algo triste. Otra vez me pongo a pensar en cosas futuras –¡malo! ¡Muy
malo!- y pienso que si esto es una simple cortadita y me molesta tanto, cómo
será cuando me quiten todo el pecho y tenga dos heridas, y unos tubos saliendo
de mi pecho y de mi estómago, y cuatro semanas de reposo…
ME PREPARO
Me preparo para la mastectomía, que será este martes, si la
gripe me lo permite. Hace tres días que este virus me mantiene tendida en la
cama. Mocos, estornudos, y un cansancio total. Me pregunto si me podrán operar
así como un guiñapo… pues apenas faltan dos días para la operación. Del ganglio ya estoy
recuperada, aún tengo los puntos, que me los quitarán el mismo martes cuando
esté dormida.
Ya se han despejado todas las dudas sobre el resultado final
de los exámenes de los ganglios, y salieron negativos, lo que quiere decir que
me colocarán una prótesis y no un expansor, pues ya no harán radio. La quimio
aún no está descartada. Pero entiendo
que la noticia de los ganglios es muy positiva.
La preparación para la operación mayúscula es muy simple y
me viene sin siquiera prepararlo: lloro a mares. La tarde antes de la
operación, luego de una pelea sin sentido y por puro nervio con mi esposo, donde
terminamos ofuscados y medio gritándonos en el tráfico, me bajo del carro,
furiosa, encendida, y en vez de subir al apartamento me planto en el patio del
edificio a llorar. Lloro a mares. Nada ni nadie me contiene. Lloro como si se
me hubiera muerto alguien. Lloro por algo. Por todo. Lloro como por alguien muy
querido. Lloro como si un gran amor se hubiera ido. Lloro a cántaros sin peso ni gloria,
sin rendirle cuentas a nadie, sin que ni siquiera yo misma me entere. Lloro por
esa parte del cuerpo que mañana en la mañana no será mía. A mi lado,
silencioso, se acerca Gori y me abraza, y entonces lloro sobre su hombro. Me
seco las lágrimas y me sueno los mocos. Y ya estoy lista para la operación.
Realmente estoy lista.
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